(fragmento)
de Gustave Flaubert
de Gustave Flaubert
(...)
Entonces, por cobardía, por tontería, por aquel incalificable sentimiento que nos arrastra a llevar a cabo las acciones que nos son más antipáticas, el joven se dejó conducir por Homais al café de Bridou; y hallaron a éste en su pequeño patio, vigilando a tres camareros que jadeaban dando vueltas a la gran rueda de una máquina para hacer agua de Seltz. Homais dioles consejos; abrazó a Bridoux; tomaron elixir estomacal. Veinte veces León quiso irse, pero el otro le retenía por el brazo diciéndole:
-¡En seguida nos vamos! Iremos al fanal de Rouen, a ver a aquellos señores. Le presentaré a Thomassin.
Sin embargo, se desembarazó de él y echó a correr para llegar al hotel de un salto. Emma ya no estaba allí.
Acababa de marcharse, exasperada. Ahora ella le detestaba. Aquella falta a la cita le parecía un ultraje, y aún buscaba otras razones para desligarse de él: era incapaz de heroísmo, débil, trivial, más blando que una mujer, y además avaro y pusilánime.
Luego, calmándose, acabó por descubrir que sin duda lo había calumniado. Pero la denigración de las personas a quienes amamos siempre nos aparta algo de ellas. No hay que tocar los ídolos: su dorado se queda en las manos.
(...)
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1 comentario:
Juanita, creo que estás interpretando literalmente el nombre del blog "holgazanearte" y te está dando pereza darnos de leer.
Ya que me descubriste a Whitcombe y Somerscales, te invito a ver mi primer intento de aproximación a las batallas navales: http://pvc123.blogspot.com/2012/01/batalla-naval-acuarela.html
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